En 2 Samuel 22, ya al final de 1-2 Samuel, se encuentran unas palabras de David, que están editadas en forma lírica. Son un cántico al Señor y se introduce su situación de composición: «el día que el Señor lo libró de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl» (2 Sam 22:1). Este cántico tiene muchos paralelos con el cántico de Ana en 1 Sam 2:1-10.¿Cuándo fue este día? No se conoce de ningún día en específico al que se refiere el autor, sino que es más probable entenderlo durante el tiempo que ya habían ganado estas batallas. Pero ¿cómo se describen estas batallas y los enemigos?
¿Saúl o Seol?
El debate ya inicia en la inscripción, ya que Saúl y Seol se escriben con los mismos consonantes en el hebreo (שאול – šʾwl). Por tal razón podría ser de igual manera la liberación del Seol (indicado también en 2 Sam 22:6) como de Saúl. Aunque, la tradición ha mantenido Saúl como la traducción correcta, sigue siendo una nota del editor y no necesariamente el compositor del Salmo. Sin embargo, no se tienen ningún manuscrito que pueda indicar que sea Seol en vez de Saúl, aunque la retórica de la canción misma, sí lo podría proponer. Por ahora será Saúl.
En 2 Sam 22:2-3 Dios es alabado por ser la roca de refugio para David en sus experiencias marciales. Dos veces lo llama mi roca, baluarte (מְצוּדָה, meṣûdâ = refugio de montaña), más alto escondite. Todo apunta a la idea de montaña y lo alto; la idea era que los dioses estaban más en casa sobre los montes (Sinaí, Sión, Torre de Babel, comp. con Sal 121:1). Los lugares altos eran lugares para encontrarse con la deidades.
En contraposición estaba el Seol, el inframundo, en lo más profundo de la tierra. Los escritos acadios de Mesopotamia entendían el Seol como «la tierra de no volver», que tenía «reglas antiguas» que debían respetar los guardias de las puertas.[1] En el Antiguo Testamento, se nota la creencia de una «existencia sombría de la gente en el Seol,»[2] que tampoco pueden volver. El ejemplo más cercano a este cántico es Saúl visitando a la adivina de Endor (1 Sam 28:8-14). Y es ésta «tierra de no volver» de la cual Dios le salva a David.
La invocación de Dios
Ante la muy gráfica descripción del Seol y la muerte, que están con sus lazos y trampas, David ha invocado a su Dios, Yahvé:
4 Invoco al SEÑOR [Yahvé], que es digno de ser alabado,
y soy salvo de mis enemigos.
5 Las ondas de la muerte me cercaron,
los torrentes de iniquidad me atemorizaron;
6 los lazos del Seol me rodearon,
las redes de la muerte surgieron ante mí.
7 En mi angustia invoqué al SEÑOR [Yahvé],
sí, clamé a mi Dios;
desde su templo oyó mi voz,
y mi clamor llegó a sus oídos.
Es curioso que David no haya estado en aguas durante sus luchas, pero aquí hay torrentes que lo amenazan. Estas aguas descontroladas son una imagen gráfica del caos espiritual que sólo Dios puede controlar. Así también del Seol y la muerte, es solamente Yahvé quien libera. ¡Y David invoca a Yahvé!
La invocación de Dios es algo poderoso. Es como nuestras oraciones como cristianos, cuando invocamos el nombre Jesús: ¡grandes cosas pasan cuándo Dios interviene en nuestras vidas!
Dios sale de su templo
¿Qué templo, si Salomón recién construyó el templo? El templo de Dios está en el cielo de dónde sale, para salvar a su pueblo. La descripción de que Dios desciende sobre nubes con fuego de su boca, humo de su nariz, enviando saetas y relámpagos, son imágenes que en el contexto cultural de David, eran imágenes de como también era descrito el dios Baal. Era el Dios de la tormenta disparando relámpagos, quien había sido victorioso contra Yam (agua/torrente) y contra Mot (la muerte personificada), y era llamado «jinete de las nubes». [3]
¡La descripción de Dios en este Salmo es muy parecida! Yahvé dispersa y confunde las aguas (2 Sam 22:5, 15), hasta que los abismos del mar y de la tierra se pueden ver. En otras palabras los torrentes malignas huyeron y no quedó nada. Yahvé envía saetas y relámpagos (2 Sam 22:15) y gana contra la muerte, de la cuál salva a David (2 Sam 22:5-6). Las «densas tinieblas debajo de sus pies,» (2 Sam 22:10) son nubes grises que no traen paz, sino relámpagos y truenos (2 Sam 22:14-15). El «jinete de las nubes» no es Baal, sino Yahvé. Esto es un tema teológico muy importante para cualquier fiel adorador de Yahvé, como también lo somos los cristianos.
Además, tenemos a Yahvé saliendo de su templo celestial «Cabalgó sobre un querubín, y voló; y apareció sobre las alas del viento» (2 Sam 22:11). Esta misma idea se encuentra en el libro de Ezequiel donde los querubines llevan a Dios. Estas representaciones de lo divino era muy común entre las culturas de este contexto.
Yahvé el altísimo contra los gigantes
La última muy importante idea que se debe explicar en este momento es la conexión que este cántico contiene contra los gigantes. En primer lugar, ha sido aclarado que Yahvé, el Dios de David es descrito con imágenes de Baal, diciendo que Baal (también príncipe del Seol) no era el que salvaba ni ganaba. ¡Esto era Yahvé! Cabe destacar que los enemigos descritos en este cántico, David los destruyó, los acabó, los consumió, los destrozó, cayeron debajo de sus pies, los pulverizó, los trituró y los pisó (2 Sam 22:38, 39, 41, 43). Difícilmente estos enemigos sean Saúl o sus propios hijos, por los que David escribió emotivos lamentos.
Existe una muy curiosa conexión entre Baal y los gigantes. Los héroes de David son honrados por haber liquidado a varios de estos gigantes (2 Sam 21:16, 18, 20, 22). En los textos ugaríticos «El ciclo de Baal,» se lee que Baal es una rpu (Rapi’u = sanador) y es el líder de los Refaim, los gigantes (Gen 6:4; Num 13:33; Deut 2:10-11).[3] Si esto está contemplado en el cántico de David, parece ser un cántico de victoria sobre Baal y sus gigantes. Por algo el dios Baal y su adoración fueron un problema de larga data en Israel, y fue David quien destruyó, pulverizó y pisó a estos gigantes con la fuerza de Yahvé que es el verdadero jinete de las nubes. La victoria de David fue la victoria de Dios.
Conclusión
Como había explicado anteriormente, David fue llamado «conforme al corazón de Yahvé» justo porque había llevado bien la guerra divina (jerem) y había ganado a los gigantes de principio a fin en 1-2 Samuel. Este es el canto de victoria del pueblo de Dios sobre Baal y sus gigantes. Propondría que se lea Seol antes que Saúl en las traducciones, por las descripciones de cómo David gana a estos enemigos. No es en vano que la simiente de David fuese bendecida por tantas generaciones y que nuestro libertador de las tinieblas, Jesucristo, descendiera de este mismo linaje y sea llamado «él que vendrá sobre las nubes» (Mat 24:30).
[1] James B. Pritchard (Ed.), The Ancient Near East: An Anthology of Texts and Pictures, vol. 1 (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1958) 80-85.
[2] John H. Walton, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary (Old Testament): Joshua, Judges, Ruth, 1 & 2 Samuel, vol. 2 (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2009), 477–478
[3] Wolfgang Hermann, «BAAL בעל», «Rider upon the clouds» en Dictionary or deities and demons in the Bible, Ed. Karel van der Toorn, 2 ed. (Leiden: Brill, 1998) 132-139; 703-705
Admiro su pasión hacia la Palabra de Dios y las escrituras, que Dios continúe bendiciéndole.
Muchas gracias Rocio, espero que pueda ser contagioso. ¡Bendiciones!