En el judaísmo como también en el cristianismo la idea de la reconstrucción del templo en Jerusalén ha estado ampliamente debatida. Ambas religiones cuentan con las dos partes que no llegan a un acuerdo. En este artículo quiero dar un opinión cristiana que nos ayuda a ver la idea del tercer templo desde una perspectiva histórica como también teológica. Muchas preguntas surgen al pensar sobre el tercer templo: ¿Vendrá el Mesías cuando se construya el templo? ¿Cómo será el templo? ¿Dónde debe ser construido? y por sobre todo ¿Debe ser construido?
A. Templos antes de Salomón
La pregunta si existieron templos antes del construido por Salomón, inicia con la la pregunta ¿qué es un templo? La respuesta en los tiempos bíblicos, como en tiempos de Salomón, sería algo como una casa para Dios. Un área geográfico separado solo para Dios, preparado para entrar en contacto con él. El lugar generalmente debía ser de alguna altura, como una montaña, una colina o una altura construida. Esta última opción se conoce del mundo babilónico donde no hay montañas y por lo tanto los templos eran los ziggurat, como la torre de Babel.
Según esta definición se encontraron evidencia bíblica de varios considerados templos antes del construido por Salomón. Un ejemplo es el lugar llamado Bet-Elohim. Esto viene del hebreo בית אלוהים y significa Bayt (casa) Elohim (Dios), es decir Casa de Dios. Realmente es fascinante que Jacob al tener un sueño acerca de una escalera al cielo donde suben y bajan los ángeles (Gén 28:12), llama al lugar Casa de Dios o Betel. Más tarde encontramos que habían becerros de oro en Dan y Betel (2 Rey 10:29), que eran objetos de culto como en Éxo 32:4-8. A continuación un mapa con las 12 ciudades que muy probablemente hayan tenido algo que llamaríamos un templo:
B. El templo Salomónico
El templo de Salomón fue construido durante unos siete años (1 Rey 6:38). El rey David tuvo el deseo de construir una casa para Dios, pero Dios no se lo permitió, por ser un rey sanguinario (1Chr 22:8; 28:3; más aquí). Tuvo que ser Salomón el sabio que fue reconocido por siglos por su sabiduría que también re reflejaba en la arquitectura. Esta construcción del templo simbolizaba una centralización del culto a Yahvé, el Dios de Israel. Mientras que antes los diferentes templos no fueron necesariamente un problema (1Sam 10:5; 1Rey 3:4), ahora con la centralización sí fueron un problema que duraría hasta los tiempos de Jesús (ej.: la mujer samaritana, Jn 4:20).
El templo salomónico fue destruido en 587/6 a.C., junto con la ciudad Jerusalén, por el ejercito babilónico de Nabucodonozor (Esd 5:12). Sin embargo, este templo ha quedado impregnado en toda la Biblia y ha sido conectado con la ciudad de Jerusalén de diferentes maneras. Una manera histórica de relacionar el templo con la ciudad fue a través de los salmos y los libros proféticos que hablan de las naciones llegarán a Jerusalén a adorar (Sal 79:1; Isa 66:20). La añoranza a la presencia de Dios expresada en el templo de Salomón y la fuerza política de Jerusalén, se fusionaron en muchas mentes.
C. El segundo templo
Al volver del exilio en Babilonia, el pueblo de Dios reconstruyó el templo salomónico, esta vez bajo la guía de Zorobabel. Se había intentado edificar el templo en el mismo lugar de los cimientos del templo salomónico y erigir el altar donde había estado anteriormente.[2]
Zorobabel
En tiempos de Zorobabel, el rey de Persia, Ciro, había dado comunicado un decreto indicando su voluntad de la construcción del templo en Jerusalén (Esd 6:3-5). Sin embargo, cuando se terminó la construcción del templo en el año 516 a.C.,[3] los sentimientos estaban divididos. Mientras que algunos celebraban, «muchos de los sacerdotes y levitas y jefes de casas paternas, los ancianos que habían visto el primer templo, cuando se echaban los cimientos de este templo delante de sus ojos, lloraban en alta voz» (Esd 3:12).
El templo era más bien una choza con cortinas comparada con la grandeza del templo salomónico. Muchos elementos se habían perdido y no estaban en este segundo templo. Algunos de estos eran: el arca del pacto, las tablas con los mandamientos, el pote con maná, la vara de Aarón, el Urim y el Turim, el fuego sagrado, etc. Lo más importante es que no estaba presente la presencia de Dios (שכינה, shekinah), lo que haría del templo una verdadera casa de Dios.
Herodes
Este mismo templo que fue construido bajo la guía de Zorobabel, pareciendo más bien una choza, fue hermoseada y casi completamente reedificada por Herodes el Grande, rey sobre Israel de 37 a.C. hasta 4 d.C. Esta reedificación fue masiva y el templo tuvo mucha semejanza a lo que el templo salomónico pudo haber sido. Incluso superó la hermosura del primer templo.[1] Fue contra este templo que Jesús proclamó la profecía de su destrucción (Mar 13:2) que se cumplió en el año 70 d.C. por el ejército romano.
Además, Herodes en conjunto con las autoridades religiosas de su tiempo reinstituyó el impuesto del templo de Éxo 30:13. Cosa que Jesús respetó con toda honra, cuando mandó a Pedro a pescar el pez con las monedas en la boca (Mat 17:27). Sin embargo, Herodes el Grande y Jesús fueron enemigos desde que Jesús se podía acordar (Mat 2:16).
D. La esperanza a un tercer templo
Como los templos fueron tan centrales religiosamente como también políticamente, los judíos antes de Jesús ya habían empezado a añorar y soñar con un templo futuro que iba a marcar una nueva era. Ya desde el libro de Ezequiel podemos encontrar elementos que hablan de un templo que es descrito con muchos detalles en una visión del profeta. El pueblo exiliado recibe la visión y una de las preguntas de la gente fue, si el templo de Zorobabel era este templo aunque fuera mucho más precario.
Los textos judíos antes del Nuevo Testamento, que veían la reedificación de Herodes con un ímpetu mucho más político que religioso, han explayado sus añoranzas en un futuro templo que tendría la presencia, la shekinah de Dios mismo. El mismo Nuevo Testamento hace alusión a estas temáticas y en vez de reconstruir el templo reconstruye el concepto de lo que es el templo y la presencia de Dios, la shekinah. Sobre como esto es elaborado antes y durante tiempos de Jesús, vendrá en el siguiente artículo.
Conclusión
La presencia de Dios y los templos como portales entre cielo y tierra están a lo largo de toda la Biblia. Desde el Génesis con la torre de Babel hasta el Apocalipsis. Para el Antiguo Testamento ha dado énfasis en los lugares sagrados. Así lo vemos, por ejemplo, en el templo de Salomón que centralizó el culto a Yahvé, aunque Nabucodonosor lo destruyó en 587/6 a.C. El segundo intento por Zorobabel también quedó en eso, un intento. Pero los embellecimientos de Herodes el Grande catapultaron el templo a otra dimensión, ya antes del tiempo de Jesús. Sin embargo, en el año 70 d.C. los romanos destruyeron también este templo. Todas estas destrucciones e intentos fallidos de rellenar las expectativas quedantes, han llevado a un gran número de persona a añorar y esperar un templo futuro, el así llamado tercer templo.
Bibliografía
[1] Haran, Menahem. Temples and Temple-Service in Ancient Israel. Winona Lake, IN, EE.UU.: Eisenbrauns, 1985, pág. 40, 45.
[2] Schiffman, Lawrence H. “The importance of the Temple for Ancient Jews.” Pages 75–93 in Jesus and Temple: Textual and Archaeological Explorations. Edited by James H. Charlesworth. Minneapolis, MN, EE.UU.: Fortress, 2014, pág. 77, 88-90.
[3] Kitchen, K.A. On the Reliability of the Old Testament. Grand Rapids: Eerdmans, 2006, pág. 71.