El Mesías en el Antiguo Testamento – Parte 2

Colman, Samuel; The Coming of the Messiah and the Destruction of Babylon; Bristol Museums, Galleries & Archives; http://www.artuk.org/artworks/the-coming-of-the-messiah-and-the-destruction-of-babylon-188366

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En un artículo anterior se trató la expectativa de una figura futura, ya sea de la realeza, del sacerdocio o un profeta, que más tarde fue identificada como el mesías. El enfoque fueron los primeros cinco libros de la Biblia (el pentateuco/la torá), los libros históricos y algunos salmos. En este artículo se analizarán los libros proféticos. Obviamente este tema es mucho más amplio que lo tratado aquí, pero esto podría servir como una buena introducción.

Los libros proféticos de la Biblia se dividen en tres profetas mayores (Isaías, Jeremías y Ezequiel) y doce menores. Daniel es un libro que ha sido agrupado a los «escritos» como Salmos, Job o Ester, y los profetas mayores. Entre los libros proféticos los que más tienen que ver con la esperanza de una figura mesiánica se pueden notar justamente el libro de Daniel, Zacarías e Isaías. Aunque hay otros que se enfocan mucho en como accionará o lo que traerá esta figura (ej. Jeremías y Ezequiel). Pero la figura misma es pintada mayormente por estos tres.

Isaías

El libro de Isaías tiene varias expectativas futuras en sus párrafos proféticos. Siguiendo la esperanza de los descendientes de David que se había forjado en 2 Samuel 7 (ver más aquí), Isaías indica que «brotará un retoño del tronco de Isaí.» Las opiniones están divididas a quién se refiere, si al rey Ezequías que aparece en Isa 36-39. Aunque fue un rey muy bueno (2 Crónicas 31:20), también cometió errores y termina su historia de la manera más egoísta diciendo «Al menos mientras yo viva, habrá paz y seguridad.» (Isa 39:89). Pero Ezequías quedó lejos de representar lo que Isaías 11:2-5 propone:


Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
Se deleitará en el temor del Señor,
y no juzgará por lo que vean sus ojos,
ni sentenciará por lo que oigan sus oídos;
sino que juzgará al pobre con justicia,
y fallará con equidad por los afligidos de la tierra;
herirá la tierra con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios matará al impío.
La justicia será ceñidor de sus lomos,
y la fidelidad ceñidor de su cintura.

Isaías 11:2-5


La esperanza a una figura futura toma forma en este apartado y lo relaciona con una situación edénica donde «el lobo vivirá con el cordero» y «jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra» (Isa 11:6-7) sin que le pase algo. Aunque hasta hoy, esta situación no la ha vivido ni la iglesia, la lámpara que Dios había prometido a David empezaba a tomar más brillo (2 Reyes 8:19).[1]

Zacarías

En el libro llamado Zacarías se encuentran dos textos que describen a una figura mesiánica, que concluye ofreciendo una figura de rey y de pastor.[2] La primera descripción se encuentra en Zac 9:9-10. El profeta Zacarías describe nuevamente un rey justo, que traerá salvación y que es humilde. Estas tres características serán reconocidas a través de la destrucción de las armas de guerra, como lo son los carros, los caballos y el arco de guerra.

Este Mesías que aparece como un rey «hablará paz,» pero no solo a su propio pueblo, sino que existe una enorme inclusividad, ya que la paz es para «las naciones.» Además, su dominio será de mar a mar, hasta los confines de la tierra. La idea aquí es que todo el planeta será el dominio de este Mesías. En contra de cualquier idea imperialista que se pueda tener, el Mesías prometido por Zacarías será humilde, eliminará las guerras e incluirá a las naciones en su plan.


He aquí, tu rey viene a ti,
justo y dotado de salvación,
humilde
el arco de guerra será destruido.
Él hablará paz a las naciones,
y su dominio será de mar a mar,
y desde el río hasta los confines de la tierra.

Zacarías 9:9-10


Vidriera de la Iglesia de San Juan Bautista, Ashfield, Australia.

El segundo texto que trata sobre el Mesías en Zacarías encontramos en Zacarías 9:16 y en 10:2. Los elementos que habíamos visto anteriormente que vendría el salvador y que tendría un dominio y que liberaría a su pueblo y las naciones, son atribuidos al SEÑOR, que es Dios. ¿Quiere decir esto que Dios mismo sería el Mesías? Pues algo de esto es cierto, pero por otro lado, entonces no vendría a ser nada extravagante, ya que Dios siempre había sido y hecho estas cosas. Lo importante que podemos entresacar de Zacarías es que habla de una figura con funciones humanas, como las de un rey o un pastor, pero las mezcla con el obrar de Dios y su misma persona.


Los salvará el SEÑOR su Dios aquel día
como rebaño de su pueblo;
porque como piedras de una corona
brillan sobre su tierra.

Zacarías 9:16

Porque los terafines hablan iniquidad,
y los adivinos ven visiones mentirosas,
y cuentan sueños falsos;
en vano dan consuelo.
Por tanto, el pueblo vaga como ovejas,
está afligido porque no hay pastor
.

Zacarías 9:16


Daniel

Finalmente llegamos al libro de Daniel. Este libro también alimenta la claridad sobre la figura futura que inició a presentarse como una silueta ya desde el libro de Génesis. La misma aparece en la visión que tiene Daniel, sobre las cuatro bestias. Las 4 bestias salen del «gran mar agitado» (Dan 7:2-3), mientras que «con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre» (Dan 7:13). El término Hijo de Hombre no significa que es necesariamente un ser humano,[3] pero en comparación con las bestias, es que no es una bestia, sino que viene de Dios.[4]

La comparación del origen de los 5 personajes (mar/nubes), explica que las 4 bestias vienen a ser amenazas al orden establecido por Dios, mientras que el quinto personaje viene a ser el que ordenará el caos y será el que tendrá el dominio:


Y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

Daniel 7:13-14


Curiosamente Nabucodonosor había utilizado las mismas palabras para alabar a Dios:


Yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su dominio es un dominio eterno, y su reino permanece de generación en generación.

Daniel 4:34


El Mesías, por Freydoon Rassouli

¿Es Jesús?

Todo cristiano gritaría con entusiasmo que obviamente esto es Jesús. Pero no es hasta que en el Nuevo Testamento conecta el término de «Hijo de Hombre» con Jesús en Marcos 2:10, y en especial en Marcos 13:26, donde Jesús dice que «Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria Mientras tanto, aquí en Daniel la figura no es clara, y parece ser nuevamente más celestial que humana, aunque de forma humana. Por ejemplo un ángel, un líder celestial que recibirá el dominio eterno de parte de Dios.

Pero cabe resaltar que no es ni el ángel Gabriel ni el ángel Miguel. En los capítulos 8 y 10, esta figura anónima comanda a Gabriel (Dan 8:16), indicando que está jerárquicamente por encima de el arcángel. El personaje también habla sobre Miguel (Dan 10:13, 20), indicando que no es el mismo y que Miguel asistió a esta figura anónima en su lucha contra el Príncipe de Persia (Dan 10:13).[5]

Por lo tanto la figura en Daniel, que tiene aspecto de Hijo de Hombre en contraste con las otras bestias, y recibe un dominio descrito como en función de tiempo, es decir eterno. La figura que emerge en Daniel es el comandante del ejército de los cielos (Dan 8:11), y está por encima de los arcángeles como Gabriel y Daniel. Lo anónimo es una característica elemental en el texto de Daniel, que requiere sabiduría de Dios para su interpretación.

Conclusión

En conclusión podemos decir que el mesías en los libros proféticos toma forma a través del libro de Isaías como figura de un rey que traerá paz. En Zacarías como en Daniel, el énfasis cae sobre lo divino que será esta figura y que será de enorme jerarquía: un dominio eterno hasta los confines de la tierra. La salvación para las naciones como también la adoración por todas las naciones son parte de esta figura emergente. No es del todo seguro si estas figuras están conectadas, pero lo que podemos concluir es que el Nuevo Testamento no dudó en unirlas y reconocer a Jesús como el Mesías, un rey eterno con un dominio eterno, por sobre toda potestad celestial o terrenal.



[1] Watts, John D. Isaiah 1-33. WBC vol. 24. Dallas TX, EE.UU.: Word. Págs. 173-176.

[2] Boda, Mark. “Figuring the Future: The Prophets and Messiah.” En The Messiah in the Old and New Testaments, editado por Stanley E. Porter, 35-74. Grand Rapids, MI, EE.UU.: Eerdmans, 2007.

[3] Collins, John J. The Scepter and the Star: Messianism in Light of the Dead Sea Scrolls. Grand Rapids, MI, EE.UU.: Eerdmans, 2010. Pág. 42-46.

[4] Collins, John Joseph. Daniel: A Commentary on the Book of Daniel. Hermeneia. Minneapolis, MN, EE.UU.: Fortress Press, 1993. Págs. 305.

[5] Heiser, Michael. Angels: What the Bible Really Says About God’s Heavenly Host. Bellingham, WA, EE.UU.: Lexham Press, 2018. Págs. 68-73.

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