¿Las profecías reemplazan al horóscopo?

8 min.

Los libros proféticos son algo especial. Es difícil para el creyente de hoy en día interpretar lo que los libros proféticos tratan de decir. A veces salen interpretaciones muy raras de intentos fallidos, de gente con muy buenas intenciones, tratando de hacer sentido de lo que dicen los libros proféticos. El problema no son las personas, sino el gran abismo cultural y temporal que nos separa de los escritos proféticos. Simplemente ya al escuchar algo de oráculos, uno u otro quizá piense en los druidas o en Gárgamel de los pitufos. Pero son como los bloques de mensajes o párrafos dentro de los libros proféticos.

La idea incorrecta

Lo primero que confunde es que al hablar de profeta se piensa en personas que directamente predicen el futuro, o que dan un pronóstico del porvenir. A veces hasta se piensa que son un reemplazo cristiano del tarot o del horóscopo. Esto no es lo que intentan brindar los libros proféticos al cristiano. Gordon Fee y Douglas Stuart explican en su libro Lectura Eficaz de la Biblia que «menos de 1% tiene que ver con eventos por llegar en nuestros tiempos«. Pues, entonces ¿de qué hablan los libros proféticos? Esto es una buena pregunta, e indica lo lejos que estamos de entender el trasfondo y el género literario de estos libros. A pesar de que yo personalmente difiero algo con el porcentaje presentado, demuestra que el énfasis de los profetas era no tanto el pre-decir sino el por-decir, esto quiere decir que hablaban por Dios y no coleccionaban listas de predicciones, al estilo de Nostradamus. Eran voceros de Dios hacia un pueblo específico. El contenido de sus mensajes era, en un enorme porcentaje, llamados al arrepentimiento.

La segunda cosa que se debe tener en cuenta es que hay un contexto histórico en el cual se dijo una profecía. Muchos mensajes proféticos (también llamados oráculos), tienen un tiempo y un receptor bien definido. Un ejemplo se encuentra en Isaías 14:28-29a:


Esta profecía vino a Isaías el año en que murió el rey Acaz: Todos ustedes, filisteos

Isaías 14:28-29a


El profeta Jeremías,
llorando por su pueblo

Estos versículos introducen de una manera bien específica al oráculo (o mensaje profético). Va dirigido a los filisteos y fue recibido por el profeta en el año de la muerte del rey Acaz. Pero luego también existen oráculos que no son tan fáciles de identificar. Un ejemplo está en Isaías 22. Todo el capítulo parece casi un enigma y si no fuera por el título que el editor de la traducción haya puesto para el lector moderno.

Un error que mucho se comete en la iglesia de hoy es buscar un versículo y aplicarlo como una promesa de tarot para el creyente. Es hermoso cuando la palabra de Dios nos pueda dar aliento en una situación difícil. El peligro está en que el lector moderno (nosotros) empiece a llevar cada versículo que le guste para sí personalmente. Pero el cuidado en la interpretación puede prever unas cuantas confusiones.

Algunas confusiones posibles

¿Qué pasaría si un líder narco leyera Isaías 41:10 y piense que Dios le esté hablando a él?


Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.

Isa. 41:10 NVI


Obviamente todo creyente diría que esto naturalmente no fue escrito para el líder narco. Pero ¿cuándo se trata de nuestra propia vida, sí fue escrito a nosotros personalmente?

¿Qué pasaría si uno de los líderes nazi habría leído Jeremías 31:13 y pensado que esto sería el resultado de la limpieza cultural para alcanzar la pura raza aria?


Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría.

Jer. 31:13 NVI


Estos ejemplos son bien siniestros. Pero ¿cuán lejos están los creyentes de utilizar estos versículos para unas campañas políticas? Los ejemplos presentados muestran los últimos pasos a los que esta utilización de los libros proféticos pueda orientar.

¿Será posible que un tal Mariscal López hubiera leído Isaías 54:17a hablándole a él?


No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti;
    toda lengua que te acuse será refutada.

Isaías 54:17a


Imaginémonos que un asesino en serie leyese Jeremías 31:3 y piense que es por eso que la policía no lo ha encontrado todavía.


Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

Jeremías 31:3 (RVR1960)


 

Estos son ejemplos que muestran claramente el peligro que lleva sacar partes de oráculos proféticos de su contexto histórico y sus oyentes indicados.

 

Evelyn leyendo el libro de los muertos, La Momia.

Otro problema que surge al creyente moderno es que la cultura general lo empuja a leer los libros proféticos como un almanaque. Grant R. Osborne, en su libro The Hermeneutical Spiral (pág. 271) explica que no se debe leer los libros proféticos como un periódico, asumiendo que las profecías no eran para la gente en la época del profeta, sino para hoy en día, para la persona que abra el libro profético (como en la película de La Momia). Esta NO es la manera en que los profetas querían que los creyentes leyeran sus escritos.

 

¿Como pues entender los libros proféticos de la Biblia?

(1) Primero se debe ver dónde empieza y dónde termina un pasaje profético, luego ver en qué mensaje se encuentra el versículo. Esto brindará información sobre el tiempo y a quien fue dirigido el oráculo. (2) Segundo, identificar el tipo o género del oráculo en cuestión. Existen diferentes tipos o géneros de los oráculos proféticos: juicio legal, sabiduría, parábola (ej. 1, 2, 3), acción profética, intermediación del profeta entre el pueblo y Dios, etc. (3) Tercero, se debe estudiar el oráculo (o mensaje profético) dentro del libro completo. Uno de los problemas aquí es la pereza lectora. Pero si se tiene acceso a un libro profético completo, se debe leerlo por completo. Así se podrá entender el flujo de emociones, ej. 1) disputa legal entre Dios y su pueblo, 2) mediación profética, 3) lamento y perdón del pueblo, 4) bendición de restauración.

(4) Cuarto, se debe cuidar un buen equilibrio entre lo histórico y lo predictivo. Los libros proféticos son como colecciones de prédicas de profetas, se debe cuidar si se cumplió ya la promesa en el mismo libro o en tiempos de los oyentes y lectores originales. Un ejemplo es Isaías 6:9-10. Los 33 capítulos siguientes tratan del cumplimiento de esto:


Y El dijo: Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.” Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado.

Isaías 6:9-10 (LBLA)


(5) Quinto, se debe determinar si el lenguaje es más bien simbólico o más bien literal, en el sentido de valor nominal. Un ejemplo tenemos en Isa. 19:16 donde dice que los soldados egipcios serán como mujeres. Esto no significa que esto es el inicio de una transformación física del sexo de estos soldados, sino que utiliza una imagen de la poca preparación de las mujeres para la guerra en esa época. Por lo tanto se debe cuidar leer el resto de los versículos como literales/nominales. (6) Sexto, se debe tener cuidado con encontrar a Cristo en cada profecía. Sí, Cristo está escondido por allí, pero en primer lugar se debe preguntar: ¿cuál era el mensaje del profeta para la gente a la que fue mandado? Para el lector moderno es más fácil reconocer partes cristológicas, porque sabemos como termina la historia. Pero la situación del texto mismo quizá no esté dando una imagen tan clara. (7) Séptimo, no dejes que tu propia teología determine lo que el texto DEBE decir, sino que deja que el TEXTO forme tu teología.

Solamente una vez seguidos los puntos anteriores, se debe proseguir a buscar una situación y problemática similar en nuestros días, para ver si es posible encontrar una analogía de lo que el texto nos pueda estar diciendo.


Todo maestro de la ley religiosa que se convierte en un discípulo del reino del cielo es como el propietario de una casa, que trae de su depósito joyas de la verdad tanto nuevas como viejas.

Jesús (Mateo 13:52)


Una buena introducción a los profetas menores ha sido publicada por el Dr. Flavio Florentín: El mensaje de los profetas menores para este tiempo. Se puede obtener en el Instituto Bíblico Asunción.


Salir de la versión móvil