En un artículo anterior traté de aclarar las diferentes maneras de entender qué es una parábola. Entre las diferentes maneras de explicar el término parábola hemos analizado las alegorías, historia con un punto de enseñanza, comparación, metáfora y secreto, hemos aclarado que Jesús actúa como alguien que utiliza las parábolas en primer lugar como acción de juicio ante los que se ponen en contra de él, mientras que las explica a los suyos. A partir del análisis de qué son las parábolas, debemos llegar a la interpretación de las parábolas. Un diálogo de muchos siglos.
Interpretación de las parábolas
¿Cómo debemos interpretar las parábolas? Ante las exquisitas alegorizaciones como las de Orígenes (184-253 d.C.) y otros padres de la iglesia (aquí un ejemplo). Adolf Jülicher (1888) ha marcado un antes y un después. Su estudio ha sido dominante en limitar cada parábola a una sola enseñanza. Sin embargo, el concepto de la única enseñanza, aunque ha ayudado enormemente a no identificar cualquier verdad con cada detalle de la parábola, ha sido cuestionado también.
Una sola enseñanza: El grano de mostaza
Varias parábolas solo tienen una enseñanza. Un ejemplo claro es la parábolas del grano de mostaza (Mar 4:30-33; Mat 13:31-32; Luc 13:18-19):
También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos? Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra, sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.
Marcos 4:30-33 (LBLA)
Aquí se puede entrar en la especulación de quién es la persona que siembra el granito, pero no es lo importante para la parábola. Lo importante aquí es la semilla pequeña al inicio, pero llega a ser más grande que cualquier otra cosa. Una vez que hemos encontrado el punto central de la parábola podemos decir que el reino de Dios será enorme, aunque inicie muy muy pequeño.
Otras conexiones
Hay una conexión entre el árbol (Luc 13:19) enorme, junto con las aves anidadas y su sombra con el sueño de Nabucodonosor en Dan 4:10-12. Aquí el reino de Nabucodonosor es el árbol enorme que «llega hasta el cielo» y «debajo de él hallaban sombra las bestias del campo, las aves del cielo hacían morada en sus ramas« (Dan 4:12). Esto podría ser un segundo nivel de significado, pero de esto simplemente no podemos estar seguros. Así tampoco sabemos si se refería al reino de Dios como el reino de Nabucodonosor, o como el árbol en la visión que «llegaba hasta el cielo, y era visible desde los confines de la tierra« y que «de él se alimentaban todos los seres vivientes« (Dan 4:11-12) . Estas conexiones podrían estar presentes, pero es difícil demostrarlo.
En vez de ser comparado con el reino de Nabucodonozor, sería mejor comparar la visión explicada de Daniel (Dan 4:20-22), con lo que implica el reino de Dios aquí en la parábola. Daniel explica que el árbol es la grandeza de Nabucodonozor mismo (Dan 4:21). Además, es Daniel quien puede descifrar lo enigmático de la visión y lo hace como un regalo a las naciones, en este caso Babilonia. En esto podemos ver a Jesús como el revelador (más aquí). Jesús tiene el lugar de Daniel aquí y revela lo enigmático no sobre el reino de Babilonia, sino sobre el reino de Dios.
¿Árbol de la vida?
En la visión del árbol, la grandeza de Nabucodonosor llegó hasta los confines de la tierra. De una manera similar, el libro de Apocalipsis utiliza la imagen del árbol de la vida cuando dice de él: «dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones« (Apo 22:2). Cuánto de esto está realmente en la parábola del grano de mostaza, es difícil de definir. Esta es un buen argumento de quedarnos con el punto central de la parábola y ver cómo ha podido sonar en los oídos de la gente conociendo el libro de Daniel.
Triangulación de enseñanzas
Una buena observación es el elemento de la triangulación en muchas de las parábolas.[1] Cuando por ejemplo, Jesús cuenta la parábola del hijo pródigo (Luc 15:11-32), los tres elementos son: el padre, el hermano mayor y el hermano menor. En este sentido Craig Blomberg presenta un límite de significados intencionados que se pueden lograr a concretizar: Sólo pueden ser los tres elementos más importantes los que deben llevar una enseñanza. El argumento es que no debemos volver a inventar cualquier cosa que se nos ocurra para la parábola, ya que se pretende entender lo que Jesús quiso decir. Sin embargo, si hay tres personajes, o grupos, principales en una parábola, no podemos evitar que sobre cada personaje/grupo hay una enseñanza; ej.: el padre amoroso perdona, el hermano mayor no apoya el perdón del padre y el hermano menor recibe gracia inmerecida.[1]
La triangulación nos ayuda a puntualizar en lo que realmente sucede en la parábola. Las tres conexiones son necesarias para contrastar los dos personajes súbditos al rey, padre o jefe. Pero más que esto, nos ayuda a ver que las parábolas siempre se tratan de una relación sentida. Es difícil de darle un nombre a la relación que tiene por ejemplo el Padre con el hijo pródigo. Pero es la relación la que es enfatizada. Hay tres personajes que tienen situaciones social diferentes, tres caminos diferentes y tres resultados diferentes. En este sentido están poniendo la historia de caminos y consecuencias a elegir ante el oyente.
Relación social
Luise Schottroff nos explica que muchas parábolas muestran una situación de violencia o de in/justicia social.[2] Padres, siervos, mujeres, pastores, reyes, administradores, pobres, ricos, samaritanos, jóvenes, todos tienen lugares en la vida social y son personificados mediante estos estereotipos amplios, para dar lugar al oyente a identificarse. Esta característica de las parábolas las dejan estar en un diálogo continuo con el que escucha o lee la parábola.[2] Además, pone al descubierto las decisiones, a veces vergonzosas, de muchos de nosotros en nuestras vidas.
Conclusión
Es sabio mantener la enseñanza de una parábola en 1 sola enseñanza o 1 enseñanza por personaje principal, máx. 3. Esto funciona para toda parábola y nos protege de discusiones sobre, por ejemplo, quien es el que siembra el grano de mostaza, u otras diferentes opiniones que podríamos tener sobre cada detalle en la parábola. La triangulación nos habilita a ver las relaciones sociales existentes en el mundo de la parábola. Finalmente, lo social y las variadas posiciones en que cada uno de los personajes (y nosotros) se encuentran, nos dejan en un diálogo continuo entre nosotros y las parábolas de Jesús.
¡Que el Espíritu y la Palabra de Dios nos transformen para lo que fuimos creados!
[1] Blomberg, Craig L. Interpreting the Parables. 2nd ed. Downers Grove, IL, USA: IVP Academic, 2012, págs. 55, 198-211.
[2] Schottroff, Luise. Die Gleichnisse Jesu. Gütersloh, Alemania: Gütersloher Verlagshaus, 2005, pág. 295.
* Imágen arriba: La Morera, en 1889, por Vincent van Gogh, foto de Razimantv