¿Participar en mesa de demonios?

Mitología griega: Pinturas murales griegas antiguas

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En 1 Corintios 10:20-21, el apóstol Pablo habla de la posibilidad de que un cristiano esté participando en la mesa de demonios. ¿Cómo podría pasar esto? ¿Quiénes son estos demonios? Y ¿por qué Pablo lo junta con la Santa Cena? Para poder entender mejor el problema echemos un vistazo al pasaje mencionado:


No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que seáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.

1 Corintios 10:20-21


En dos versículos Pablo menciona cuatro veces la palabra «demonio». Solo una vez más Pablo utiliza esta palabra (1 Tim 4:1). Sin embargo, aquí se puede sacrificar algo a los demonios, se puede ser partícipes de ellos, se puede tomar de la copa de los demonios y participar de la mesa de los demonios.

Pinturas murales griegas antiguas

¿Se trata una copia demoníaca de la Santa Cena?

La respuesta a esta pregunta es doble. Por un lado, Pablo no está hablando de tomar la Santa Cena equivocadamente, digamos beber el vino equivocado, o haberse olvidado de partir el pan antes de consumirlo. En este sentido, no se trata de una copia demoníaca de la Santa Cena.

Por otro lado, Pablo contrasta el sacrificio a los demonios con la Santa Cena a Dios, y es en este sentido que podemos responder que sí existe una copia demoníaca de este ritual. Pero lo más probable es que no se refiere a una copia idéntica, como al tomarlo no se sabe si es un ritual cristiano o demoníaco.

¿Qué son estos demonios?

Hay que aclarar que el término demonio (daimonion en griego) es un término muy general que engloba muchas categorías de seres sobrenaturales. Un ejemplo vemos en Deuteronomio 32:17:


Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios,
a dioses que no habían conocido,
dioses nuevos que vinieron recientemente,
a los que vuestros padres no temieron.

Deuteronomio 32:17


Aquí para Moisés, los demonios que reciben sacrificios son a la vez dioses. Nos damos cuenta como estas categorías a veces se superponen y hablan a veces de los mismo. Al mismo tiempo, los dos términos «demonios» y «dioses» son términos sombrilla. Esto es decir, que tienen un mayor campo de significado. Por ejemplo, en los evangelios, demonios son espíritus malvados o impuros. Pero Moisés no hablaba del mismo concepto. Y tampoco lo hace Pablo en 1 Cor 10:20-21.

Pablo cita a Deut 32:17 aquí en su carta a los corintios. La parte citada es: «Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios // lo sacrifican a los demonios y no a Dios.» Por lo tanto Pablo habla de estos dioses de los que Moisés también habla. Estos demonios para Pablo no son los espíritus inmundos los que Jesús expulsaba. Por lo tanto debemos entender a Pablo hablando de lo que ya había mencionado en su carta a los efesios: autoridades, dominios (Ef 1:21), principados, potestades, podereshuestes espirituales (Ef 6:12).

En síntesis podríamos concluir que para Pablo estos demonios no son dioses en el sentido que todos ellos crearon algo y simplemente no conocemos toda la teogonía, es decir la historia de como los dioses se multiplicaron y llegaron a ser. Pero sí son poderes fuertes aunque inferiores al Dios de Israel. Podríamos llamarlos dioses menores (comp. Sal 82:6-8).

¿Cómo se participa con estos demonios?

Los corintios vivían en un mundo muy religioso. Corinto era una ciudad de mucho movimiento por el puerto y la conexión para navegantes que brindaban entre el oriente y el occidente del Mediterráneo. Se adoraba a muchos dioses diferentes y la lealtad a un solo dios era algo desconocido. Se solía adorar a cuantos dioses se pueda, para que alguno diera su favor (ej. Hch 17:23).

Esto nos da la pista de que para Pablo un punto central de su prédica no era tanto el monoteísmo, en el sentido que exista solo un dios, sino el henolatrismo, es decir la adoración a sólo un dios. Por ello, sigue el peligro de juntarse con los demonios, aunque Pablo pueda enfatizar que sólo un dios haya creado todo y que de él descendemos (1 Cor 8:5; Hch 17:24, 28).

Los corintios querían comprar carne en el mercado, pero algunos no sabían si fue sacrificado a dioses antes (1 Cor 8:7-8). A esto Pablo dice que si no lo sabes, no hay problema. Pero festejar los sacrificios a otros seres sobrenaturales, sean demonios o dioses menores, para Pablo esto no puede suceder a un seguidor de Cristo. El mayor peligro está en pensar que no me hará nada, y llegar a creer que incluso orar a otros dioses no me hará nada (1 Cor 8:7, 12).

Ritual de prosperidad (Imagen: Museo de Arte Walters / Dominio público)

Esto es jugar con el fuego para el apóstol y lo llama idolatría. Participar en la mesa de demonios es idolatría, es decir adorar y sacrificar a otros dioses. Pablo introduce el párrafo del pasaje analizado diciendo: «Por tanto, amados míos, huid de la idolatría» (1 Cor 10:17). Y concluye diciendo: «¿O provocaremos a celos al Señor?» (1 Cor 10:22)

¿Para qué se sacrificaría a otros dioses?

Esta pregunta es la que más nos muestra cuán diferente es nuestro mundo del de la Biblia. No solemos sacrificar nada, aunque Pablo pide que sigamos sacrificando nuestras vidas continuamente (Rom 12:1). Sacrificar algo es expresar gratitud por los favores recibidos al dios aclamado, es demostrar dependencia y lealtad a este ser superior. Es participar en, afirmar y apoyar los planes y visiones de tal dios/demonio.

Por esta razón, El sacrificio de Jesús, que celebramos en la Santa Cena es nuestra manera cristiana de expresar gratitud, dependencia y lealtad hasta la muerte a este Dios y este Cristo llamado Jesús. Participamos en, afirmamos y apoyamos los planes y visiones de nuestro esperado Señor Jesucristo.

¿Pero no dice Pablo que no existen otros dioses?

Se debe admitir que Pablo al parecer nos indica que «erais siervos de aquellos que por naturaleza no son dioses» (Gál 4:8); que quizá haya «algunos llamados dioses» y que «para nosotros hay un solo Dios» (1 Cor 8:5-6). En estos contextos Pablo se refiere a los cristianos, como lo indica la parte «para nosotros«. De otra manera ¿cuál sería el problema de participar en la mesa de los demonios si no existen? Para Pablo esto es una amenaza real y le preocupa que los cristianos sean partícipes con estos seres o entidades. Concluimos que Pablo alarma a los cristianos que no pueden servir a muchos dioses, que para los cristianos solo hay un Dios que se debe escuchar, seguir, obedecer y presentar sacrificios.

Esto parece ser la razón también de porqué Pablo sólo en los dos pasajes mencionados recién (1 Cor 8:5; Gál 4:8) utiliza la palabra «dios» en el plural (dioses). Al parecer Dios prefiere este término para el Dios Yahvé, de quien Jesucristo es la imagen de Él. Sin embargo, admite que hay un «dios de este mundo» quien «ha cegado el entendimiento de los incrédulos» (2 Cor 4:4).

¿Cuál es la amenaza demoníaca según Pablo?

Como los israelitas en el desierto habían idolatrado a otros dioses y habían sido castigados al no ser admitidos a la tierra prometida, para Pablo esto podría ocurrir otra vez con los cristianos en Corinto. A veces por una aire de superioridad intelectual sucede que personas no midan el peligro de los poderes que están detrás de ciertas participaciones.

Pablo vuelve a los ejemplos del pueblo de Israel de la idolatría, de la fornicación y de la murmuración (1 Cor 10:7, 8, 10). Los tres pecados habían llevado a los israelitas de encontrarse al opuesto de los planes de Dios y esto no es buena idea, ya que si Dios mete la hoz o envía fuego a sus enemigos, mejor no nos encontremos entre sus enemigos.

En Exo 32 habían preparado el becerro de oro, diciendo «este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto.» (Exo 32:4). Más tarde, en Núm 25 encontramos como comenzaron a «prostituirse con las hijas de Moab. Y estas invitaron al pueblo a los sacrificios que hacían a sus dioses, y el pueblo comió y se postró ante sus dioses» (Núm 25:1-2). Finalmente, también encontramos que en tres ocasiones murmuraron en contra del líder elegido por Dios (Exo 16:2; Núm 14:2, 36-37; Núm 16:41). Por el becerro murieron más de 3.000, por la fornicación murieron 24.000, y por murmurar más de 14.000.

De manera similar estos son los tres pecados reclamados por Pablo a los corintios en el capítulo 10. Pero es el de la idolatría que es expuesto con mayo énfasis, ya que los anteriores fueron explicados en otros capítulos. Realmente no era buena idea de jugar con el fuego de las mesas de demonios.

Conclusión

Sacrificar o participar en celebraciones de sacrificios a otros dioses a parte de Dios Yahvé y Jesucristo, Dios lo condena. Aunque los corintios se sentían muy fuertes, Pablo anima a no jugar con fuego al responder: «¿Somos, acaso, más fuertes que Él?» La persona que quiere participar en el banquete celestial con Jesucristo no puede participar en banquetes de demonios. Adoradores de otros dioses no estarán con Jesús en el cielo. Debemos huir de la idolatría, que no seamos nosotros la generación de la que Pablo dice «Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto» (1 Cor 10:5).

Bibliografía

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