El tercer templo – Parte I

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En la tradición judía como también en la cristiana, el templo, la casa de Dios ha jugado un rol central. En un artículo anterior aclaré como los dos primeros templos considerados «oficiales» tuvieron una enorme influencia en la teología de estas dos tradiciones religiosas muy relacionadas. Además, en el judaísmo contemporáneo, como también en el cristianismo, se habla de un tercer templo físico a ser construido. Esta línea de argumentación inicia con la visión en el libro profético de Ezequiel, seguida por el libro de Daniel y concluyendo en la discusión sobre la relación entre el templo físico y la venida del mesías.

Monte del templo en Jerusalén (en 2013), foto: Andrew Shiva.

1. La visión de Ezequiel

El libro de Ezequiel es un libro con muchas incógnitas. Contiene elementos muy extraños a la mente y cultura moderna. Pero dentro de todo lo raro, queda bien claro que el profeta tiene una visión de un templo. Cabe explicar que el libro se refiere a un tiempo, cuando el pueblo de Dios se encontraba en el exilio babilónico (Eze 1:1; 40:1). El profeta relata sobre sus visiones, en las que al inicio del libro ve como Dios retira su gloria (kavod) del templo salomónico (Eze 10:18), pero más hacia el final ve un templo nuevo y diferente al templo salomónico (Eze 40:1-43:11).

Aunque se detalla un plano bastante completo de un templo, es importante destacar que no existen instrucción alguna de construir el templo. El templo que ve Ezequiel ya está construido, el profeta simplemente lo debe medir. El templo es bastante diferente al de Salomón. Las imágenes siguientes ilustran las diferencias:

A la izquierda una ilustración del templo salomónico y a la derecha una ilustración del templo de Ezequiel.

Sin embargo, las medidas no están todas dadas en el libro de Ezequiel. No está completo el plano y no se puede construir el templo desde los datos presentados por la visión. En la descripción faltan entre otras cosas la altura del templo, falta un techo y además, algunas medidas no funcionan. Daniel Block explica la situación presentada: «No sólo se describen muchos detalles idealistas; las dimensiones registradas son exclusivamente medidas horizontales, aparentemente sin atención a las distancias verticales, que son requeridas en planos arquitectónicos. Por lo tanto, se debe buscar el propósito… en algo diferente.» [1] Si no es un plano arquitectónico, ¿qué trata de transmitir esta visión de las mediciones templarias?

¿Qué trata de comunicar la visión del templo?

Las enormes diferencias entre los dos templos como también con el tabernáculo del que Moisés vio el plano celestial (Heb 8:5), hacen pensar que los dos profetas vieron modelos totalmente diferentes. Sin embargo, lo que Ezequiel quiere describir no es un plan para el arquitecto, sino «el diseño del espacio sagrado.» [1] La idea es describir como Dios está en medio del lugar sagrado y que este está en medio de su gente. En medio del exilio Dios está con su pueblo. Los dioses babilónicos no lo han vencido ni a él ni a su pueblo y Dios estará con toda su gloria (kavod) en medio de su pueblo nuevamente:


Que alejen ahora de mí sus prostituciones y los cadáveres de sus reyes, y yo habitaré entre ellos para siempre.

Ezequiel 43:9


Lawrence Schiffman, especialista en judaísmo, explica que: «Aunque Dios es trascendente, hay un lugar donde se considera que Dios está aún más disponible: el Templo de Jerusalén. Todos los grupos judíos mantuvieron este punto de vista sobre el Templo de Jerusalén, incluso si se oponían a la forma en que se realizaban los rituales.» [2] Pero también añade que el templo había llegado a ser el elemento unificador del pueblo judío. En este sentido, el profeta Ezequiel habla en clave de su pueblo acerca de la visión de un Dios cercano a su pueblo como también de un pueblo nuevamente unido.

Ezequiel no dice explícitamente que la gente sea el templo, pero sobre estas dos ideas, el regreso de la gloria de Dios a los arrepentidos y un nuevo espacio sagrado, el Nuevo Testamento construye cuando se refieren a personas, al hablar del templo de Dios. Sin duda, la visión de un templo en perfectas condiciones podría haber sido de mucha esperanza para el pueblo de Dios que estaba en medio del exilio.

Comparación de los lugares sagrados.

2. Daniel

El libro de Daniel, sin estar a favor o en contra, también tiene sus manos en la idea de un tercer templo físico. El libro de Daniel entra en la conversación desde un entendimiento escatológico (acerca del fin) dispensacionalista.[3] Según esta interpretación, en resumen, el regreso del Mesías requiere una construcción de un tercer para que el anticristo pueda desolarlo y proclamarse Dios en este tercer templo (Dan 9:27, 11:31, 12:11). Si no hay un tercer templo, esta profecía no se podrá cumplir. Además, en caso de entender el pequeño cuerno en la visión daniélica (Dan 7:8) como el anticristo (palabra que solo aparece en 1 y 2 Juan), entonces debe referirse a tiempos del fin.[4]

Sin embargo, las descripciones en el libro de Daniel parecen encajar mucho mejor y fácilmente se dejan interpretar con el personaje de Antíoco IV Epífanes (​215 a.C. – 163 a.C.), el rey de Siria, quien colocó una estatua de Zeus en el templo de Herodes, y al menos amenazó con sacrificar un cerdo en el altar del templo. Una experiencia así es reconocida en Marcos 13:14 y Mateo 24:15-16, para referirse a la destrucción del templo de Herodes en el año 70 d.C.:


Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; 

Mateo 24:15-16


Tetradracma de Antíoco Epífanes IV. Foto: CVG, cambiado por el autor.

3. El Mesías y el templo

La conexión entre el Mesías y un tercer templo llega por medio de la interpretación de que los profetas del Antiguo Testamento siempre mencionan una visión de un templo junto con el tiempo del Mesías. Que el Hijo de Hombre aparezca en Daniel 7:12, conecta la era mesiánica con la destrucción de un templo, 1) a través del personaje malévolo llamado muchas veces el anticristo, y 2) por la abominación de la desolación que en Mat 24:15 se refiere a la destrucción de un templo. Si se elige la opción de ver el Anticristo futuro en conjunto con la destrucción de un tercer templo, entonces, todo esto se trata de algo futuro. Sin embargo, si se trata de Antíoco Epífanes IV y la destrucción del templo en 70 d.C. no hay razón para pensar en un tercer templo.

La conexión entre el Mesías y la restauración de un templo y sus rituales idealizados ya se puede ver en los sectarios del Qumrán, que se habían retirado del templo de Herodes, ya antes de tiempos de Jesús. La razón era que no estaban de acuerdo con la forma política en que se había decidido quiénes eran los sacerdotes. Esta cuestión ya es bastante antigua, e inicia con el rey David. Pero en el Nuevo Testamento podemos ver algo de esto en los dos sumos sacerdotes en Luc 3:2 y Jn 18:13, como también en las menciones de las coaliciones entre fariseos y herodianos (Mat 22:16; Mar 3:6; 12:13), ya que la familia Herodes controlaba la elección de los sumos sacerdotes desde antes hasta después de Jesús.[5] 

El plan del templo de acuerdo al Rollo del Templo. Adaptado de Yigael Yadin.[7] El templo está en el centro del campamento, así entendido como Jerusalén. Los cuadros en los muros exteriores son viviendas.

Qumrán y el templo

El así llamado Rollo del Templo, que se ha encontrado entre los rollos de Qumrán, idealiza el templo según una proyección del campamento de las doce tribus (Num 2:1-3:39) como futuro tiempo. Schiffman[2] añade que un fragmento de Qumrán hablando de la era mesiánica dice:


«[Un templo del Señor] establecerás con tus manos. YHWH (Yahvé) reinará por siempre jamás». Esto se refiere a la casa en la que … gloria eterna aparecerá sobre ella siempre… y ordenó construir para él un templo de hombre, para ofrecerle en él, ante él, obras de la ley.

4QFlor (4Q174) 1–3 col. I, 3-7[6]


Lo más curioso de la cita es la frase «un templo de hombre.» Pero en contraste con lo que aquí Dios ordena, en el Rollo del Templo es claro que lo edificará Dios mismo:


Santificaré mi templo con mi gloria, pues haré morar sobre él mi gloria hasta el día de la creación, cuando cree mi templo, estableciéndolo para mí por siempre, según la alianza que hice con Jacob en Betel.

 11QTa  29:8-10[6]


La esperanza de un templo en perfección y eterno, incluso en tiempos del segundo templo, emanaba de los rincones judíos. Aunque el Nuevo Testamento no está en contra del templo mismo (ej. Hch 2:46-47), sí parece ser que no estaba de acuerdo con el liderazgo religioso y político (Mar 3:6). El Mesías iba a reconstruir el templo perfecto e inaugurar el pacto eterno ya mencionado en Ez 36:26: «os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne

Para los cristianos (mesiánicos), sean judíos o no, Jesús indica que su cuerpo es el templo (Jn 2:21) y que la gloria de Dios «acampó» entre nosotros (Jn 1:14), y que los creyentes como grupo e individuos son el templo del Espíritu Santo (1 Cor 6:19).

Conclusión

La esperanza de un templo futuro inicia especialmente con el libro de Ezequiel, cuando presenta un plano templario muy detallado. Dependiendo de como se interprete el libro de Daniel se espera o no un templo futuro de forma física. La era mesiánica a la que estos profetas aluden, era esperada por una nuevo templo y un nuevo pacto que daría lugar a un pueblo adorando a Dios como debía. Si se cree que Jesús era el Mesías, esto en parte ya se ha hecho realidad en que Cristo mismo se identificó con el templo reconstruido representando la gloria de Dios. Además, su apóstol Pablo identificó a los creyentes como el templo del Espíritu de Dios, dando a entender que su expectativa había sido cumplió por lo menos en parte.



Bibliografía

[1] Block D. (1997). The Book of Ezekiel, Chapters 25–48, NICOT. Grand Rapids, MI: Eerdmans. Págs. 510–511, 507

[2] Schiffman, Lawrence H. “The importance of the Temple for Ancient Jews.” Pages 75–93 in Jesus and Temple: Textual and Archaeological Explorations. Edited by James H. Charlesworth. Minneapolis, MN, EE.UU.: Fortress, 2014, pág. 76, 86.

[3] El dispensacionalismo es muy conocido por la Biblia de estudio Scofield (publicada en 1909), y fue predicado en su forma sistematizada por Lewis Chafer (1871-1952) y Charles Ryrie (1926-2016). Los tres estuvieron muy arraigados en Dallas, Texas, de donde se ha expandido este movimiento, aunque haya iniciado en Inglaterra por John Darby (1800-1882) en Inglaterra. Una de las bases de interpretación del dispensacionalismo es la separación de Israel como nación de la iglesia en Cristo. Ej.: Ryrie, Charles C. Dispensationalism. 2da ed. Chicago, IL, EE.UU.: Moody Press, 1995, págs. 127-129.

[4] Whitcomb, John C. Daniel. 2da ed. EBC. Chicago, IL, EE.UU.: Moody Publishers, 2018, págs. 130-132.

[5] France, R. T. The Gospel of Mark: A Commentary on the Greek Text. NIGTC. Grand Rapids, MI, EE.UU.: Eerdmans, 2002.

[6] Traducción de García Martínez, Florentino. Textos de Qumrán. 2nd ed. Madrid, España: Trotta, 1993, págs. 183, 211.

[7] Yigael Yadin, The Temple Scroll, vols. 1–3. Jerusalem, Israel: Israel Exploration Society, 1983.

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