Los labradores malvados

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La parábola de los labradores malvados está presente en los tres evangelios sinópticos (Mat 21:33-44; Mar 12:1-12; Luc 20:9-18). Esto hace de ella un relato muy importante para estos tres evangelios. Aquí un resumen, según Mateo:

La parábola

Manuscrito medieval.

Un hombre planta una viña y la alquila a unos labradores que ellos la trabajen y se fue del país. Cuando llega el tiempo de cosecha, el dueño envía sus siervos para recoger su parte. Pero los labradores golpean al primero, matan al segundo (humillan, Mar 12:4), y apedrean al tercero. Al incluso matar a su segundo grupo de enviados, el dueño envía a su hijo, para que le respeten. Sin embargo, también a este lo matan y lo echan fuera de la viña, pensando los labradores, que matando al hijo ya no quedaría heredero y se quedarían con la viña.

Al final, Jesús añade un parte que coloca en jaque a los oyentes de la parábola: «Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará a esos labradores?» (Mat 21:40). El dueño regresará y destruirá a los labradores. «El relato aumenta en violencia, … ha ocurrido un terrible baño de sangre[1] Estas palabras aciertan en el blanco describiendo lo relatado: una violencia sin parar; todos son violentados de alguna manera, nadie sale ileso de la situación encrucijada.

Conexiones de interpretación

Parábola de los viñadores homicidas, RD

Como es relatada la parábola (esp. en Mateo y Marcos), hay varios puntos de conexión con otros conceptos sacados del Antiguo Testamento. En primer lugar, la preparación de la viña sucede casi idéntica como en Isa 5:2, la versión de la Septuaginta:

Mar 12:1 (Mat 21:33)Isa 5:2 (LXX)
plantó una viña y la cercó con un murocavó un estanque debajo del lagar y edificó una torreY cerca puse en torno y vallé, y planté vid de buenas uvas y edifiqué torre en medio de ella; y lagar cavé en ella
ἀμπελῶνα ἄνθρωπος ἐφύτευσεν καὶ περιέθηκεν φραγμὸν καὶ ὤρυξεν ὑπολήνιον καὶ ᾠκοδόμησεν πύργον καὶ ἐξέδετο αὐτὸν γεωργοῖς καὶ ἀπεδήμησεν.καὶ φραγμὸν περιέθηκα καὶ ἐχαράκωσα καὶ ἐφύτευσα ἄμπελον σωρηχ καὶ ᾠκοδόμησα πύργον ἐν μέσῳ αὐτοῦ καὶ προλήνιον ὤρυξα ἐν αὐτῷ·

La segunda conexión vemos cuando Jesús implica un juicio a sus oyentes: «el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos» (Mat 21:43). Este juicio ha sido llevado a una interpretación que se basa en que la palabra nación en contraste con los oyentes de Jesús, presumiblemente judíos. La palabra nación es la traducción de ethnos (ἐθνος), que es lo mismo que gentil. Esto ha sido leña de fuego para la eterna rivalidad entre cristianos no judíos y judíos no cristianos.

En Isaías la viña es claramente «la casa de Israel, y los hombres de Judá» (Isa 5:7). Una corriente de los judíos babilónicos, en el Targum Jonatán Isa 5,7 (~100 d.C.), añade a esto que entendieron en la parábola de Isaías que la torre y la muralla se refieren al altar y el templo de Jerusalén. En este sentido podría haber sido un mensaje contra el templo de Jerusalén. Aunque el libro de los Macabeos menciona en varias ocaciones como gentiles se apoderan de las torres y murallas de Jerusalén, es difícil determinar con certeza que Jesús haya hecho mención a esto.[2]

¿De gentiles a judíos?

Luise Schottroff explica con un ejemplo de interpretación alegorizada, como se utilizó las parábolas para una fuerte destrucción y culpar al pueblo judío por haber matado a Jesucristo.[1] Este culpar llegó a ocasionar muchas situaciones muy vergonzosas para la iglesia cristiana. [3]

Un ejemplo propuesto es Juan Crisóstomo (400 d.C.), quien en su homilía 68 sobre el evangelio de Mateo dice acerca de esta parábola, que los judíos en «su instinto de asesinos, … habían de sufrir por su crimen de crucificarle, la vocación, en fin, de los gentiles, y la reprobación de los mismos judíos.»[4]

Nótese que lo que representa los judíos como pueblo de Dios aquí es la viña como ya mencionada en Isa 5:2, y no los que trabajan la viña. En este sentido lo que es atacado indirectamente con esta parábola es el liderazgo del pueblo de Dios que será cambiado (Mat 21:43). No es un cambio de viña lo que parábola predica, sino un cambio de liderazgo.[5] Esto corre muy de acuerdo con el discurso de Jesús en la mayoría de sus palabras recordadas en los evangelios. En este sentido, Jesús sí se podría haber referido al templo y la ciudad de Jerusalén, aludiendo en contra de los herodianos (Mar 3:6), el sumo sacerdotes (Mat 26:3), y otros grupos del liderazgo (Mar 3:22; Mat 15:1; Mat 23:27).

¿Qué quiso enseñar Jesús con la parábola?

La estructura más común de las parábolas, a modo de triangulación nos ayuda a entender el mensaje más claro. Jesús dirige la interpretación de la parábola al accionar de Dios, preguntando ¿qué hará el dueño? (Mat 21:40) y luego afirmando que se entregará el reino de Dios a un pueblo que produzca frutos (Mat 21:43). Por lo tanto, pareciera indicar que lo central está en el juicio del dueño para con sus inquilinos. Por lo tanto podríamos identificar una enseñanza para cada uno de los 3 personajes principales:.[5]

1) El dueño de la viña representa una figura de Dios que es el dueño de su propio pueblo. Este dueño es paciente, aunque sus propios líderes traten a muchos de sus emisarios violentamente, incluso a su propio hijo. 2) Los labradores malvados, reflejan el comportamiento del liderazgo judío en aquel entonces. El dueño de la viña vendrá y emitirá un grave juicio a estos. 3) Dios, el dueño dará el liderazgo de su pueblo a un nuevo liderazgo que producirá los frutos esperados por Dios.

Conclusión

Con mucha probabilidad podemos decir que Jesús predicó esta parábola contra el liderazgo del pueblo de Dios en aquel tiempo. Dios es un Dios muy paciente, pero a la vez es justo y hará juicio contra los que maltratan a los suyos. Lo bueno de las parábolas es que siguen teniendo su llamado a los que somos parte del pueblo de Dios: si no producimos fruto, vendrá un juicio y se podrá quitarnos lo que Dios nos ha confiado. El fruto esperado encontramos ya en Isa 5:7 «Él esperaba equidad, pero he aquí derramamiento de sangre; justicia, pero he aquí clamor.» Además, Pablo alarga la lista de los frutos del Espíritu Santo que debemos cultivar como seguidores de Jesús: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gál 5:22-23).



[1] Schottroff, Luise. Die Gleichnisse Jesu. Gütersloh, Alemania: Gütersloher Verlagshaus, 2005, pág. 28, 64.

[2] Algunos pasajes son: 1 Mac 1:33; 4:60; 5:5, 65; 6:37; 13:33. El único detalle que podría guiar la conexión entre el templo y la viña es cuando Jesús menciona en Mateo 21:43 que «el reino de Dios … será dado a una nación (gentil).»

[3] Algunos ejemplos son: 1) Las expulsiones de judíos en varios países cristianos a lo largo de miles de años. 2) El holocausto de los socialistas-nacionalistas bajo el régimen de Adolfo Hitler.

[4] Crisóstomo, Juan. Homilías sobre el evangelio de San Mateo. Traducido por Daniel Ruiz Bueno. Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos, 1955, pág. 863.

[5] Blomberg, Craig L. Interpreting the Parables. 2nd ed. Downers Grove, IL, USA: IVP Academic, 2012, págs. 330-333.

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