Mucho se habla acerca de las parábolas. Hay unas cuántas en los evangelios de nuestra Biblia. Solamente en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) tenemos aproximadamente 40 parábolas.[1] Esto es un número importante. Si comparamos las parábolas entre los evangelios encontramos que de estas 40 solo 6 están presentes en los tres evangelios. La opinión de que el evangelio de Marcos haya sido escrito primero es la más aceptada hoy en día.
Dependiendo de donde se traza la línea para decir que estas son las mismas parábolas o que sean diferentes, se puede encontrar que Marcos tiene solamente una única parábola que los demás no contienen (la semilla que crece). En Mateo encontramos 12 parábolas que solo aparecen allí. El evangelio de Lucas comparte unas 5 con Mateo y presenta unas 15 que los demás no tienen.
Cuestiones de parábolas
Estas cuestiones explican porqué algunos eruditos han pensado que quizá no todas fueron de Jesús mismo. Pero esas opciones no entretendremos aquí. Una dificultad más que nos presentan estos números, es las diferentes fuentes que tuvieron estos evangelistas al poner en escrito sus evangelios. La idea viene de estas diferencias en números de parábolas diferentes que cada uno narra y existen una variedad supuestos orígenes.
La parábola inicial
En cada pregunta, debemos volver a lo que podríamos decir, el origen. Si encontramos a Marcos como el primer evangelio y nos basamos en él, encontraremos que la primera parábola que Jesús lanza a la multitud es la Parábola del Sembrador (Mar 4:3-8). En muchas instancias en los evangelios, lo primero marca el camino a interpretar lo que viene después. Esto es así también con esta parábola.
Como hemos mencionado en otro artículo que Jesús utilizaba las parábolas en su mayor funcionalidad para ocultar ciertas verdades acerca del reino de Dios (Mar 4:11-12). Sin embargo, además de ocultar las verdades a las multitudes y aclararlas a los discípulos, Jesús hace un comentario muy curioso e importante en el siguiente versículo:
¿No entienden esta parábola? —continuó Jesús—. ¿Cómo podrán, entonces, entender las demás?
Marcos 4:13 NVI
De cierta manera Jesús aclara que la llave al resto de las parábolas está en esta. La pregunta es ¿cuál es esa llave y como entender esta parábola ayudará a entender las demás? Además de contener quizá una llave a las demás parábolas, esta parábola es narrada en los 3 evangelios sinópticos (Mar 4:3-8; Mat 13:3-8; Luc 8:5-8) y en los tres también Jesús mismo las explica (Mar 4:14-20; Mat 13:18-23; Luc 8:11-15).
El significado de la parábola
1. El sembrador es uno de los elementos NO explicados por Jesús en ninguno de los evangelios.
2. La semilla es la palabra. Para Mateo es la palabra «del Reino».
3. Los suelos son diferentes gentes.
4. Las aves son relacionadas con Satanás (Mateo: el maligno, Lucas: diablo).
5. El sol quemando las semillas es relacionado con 1) las preocupaciones del mundo, 2) el engaño de las riquezas, 3) placeres de la vida (según Lucas).
6. Todas estas cosas sacan fertilidad a la palabra estéril (Mateo = se queda sin fruto) (Lucas= la fruta no madura).
7. Finalmente, el buen suelo son los que oyen la palabra, la aceptan (Mateo = la entiende) (Lucas= oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen).
A la pregunta de la clave, no podemos estar al 100% seguros, pero sí podemos afirmar que aceptar la palabra (del reino) del sembrador es la parte fundamental. Para Marcos y Lucas, quizá la parábola se refirió a las personas dentro del pueblo de Dios, como un filtro del juicio divino en el que se podría incluir a todos del pasado como presente. Sin embargo, para Mateo esta idea se extiende al añadir que se refiere a la aceptación actual de las palabras del reino que Jesús vino a predicar. La imagen de la semilla que da fruto es una imagen muy utilizada en relación con el juicio divino por su pueblo (ej. Sal 1:3; Prov 11:30; Isa 37:31; Mar 11:14; Mat 3:8; Gál 5:22).
La palabra en nosotros
¿Qué es la palabra del reino? La palabra en Marcos se refiere a la palabra de Dios. Para Juan esto es muy claro porque así lo dice: «Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros» (Jn 1:14a DHH), refiriéndose a Jesús. En Marcos esta idea está fuertemente sugerida, aunque no explicita como en Juan:. A continuación podemos ver como se unen la palabra de Dios con las palabras de Jesús con la persona misma de Jesús:
– Mar 2:2 -> «Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra.» (entiéndase: Jesús exponía la palabra de Dios)
– Mar 4:4 -> La palabra del reino es sembrada. (Algo que Jesús estaba haciendo)
– Mar 7:13 -> «invalidando así la palabra de Dios (¿o de Jesús?) por vuestra tradición»
– Mar 8:38 -> «cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» (la persona y las palabras se unen)
– Mar 13:31 -> El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. (Las palabras de Jesús tienen la autoridad de la palabra de Dios)
Al parecer según Marcos podríamos decir que Jesús cumple el del sembrador. Pero también se sabe que al que ataca una siembre, ataca a su sembrador. En esta misión nos unimos a Jesús y sembramos, ya nuestra siembra se conecta con la de Jesús, lo que vemos cuando Marcos habla de una «persecución por causa de la palabra» (Mar 4:17).
El sembrador apocalíptico
Como he explicado lo apocalíptico de las parábolas en otro artículo, por su función de velar y revelar, Jesús se presenta como Hijo de Hombre:
Cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles
Mar 8:38
Jesús representa sus propias palabras. La vergüenza ante la persona y la palabra está juntadas, y no va solo contra de un tal campesino Jesucito, de Galilea, sino que él se atribuye una autoridad de juez divino. Esto notamos en su venida en gloria y con los ángeles, donde notamos un claro paralelo con Dn. 2:28 y 44. Lo velador y misterioso de Jesús está muy presente en el evangelio de Marcos, ya que en muchas ocasiones Jesús le decía a la gente que no cuenten a los demás quién era él. (ej. Mar 1:43–45; 4:11; 5:43; 7:36).
Sin estar de acuerdo con todo lo que haya escrito Ernst Fuchs, un teólogo alemán muy influyente en el estudio de las parábolas, en algo tiene razón:
No es que nosotros interpretamos las parábolas, las parábolas nos interpretan a nosotros.
Ernst Fuchs [2]
Conclusión
A diferencia con un sermón o una historia, la parábola tiene una característica muy especial: el que cuenta la parábola y el que la escucha están en diálogo, definiendo el significado de los tres elementos: el relator, el oyente y la parábola misma. En esta parábola del sembrador que funciona como introducción a las demás, Jesús, el relator entra en diálogo con los oyentes (o lectores) para definir quién se encuentra donde en el mundo de la parábola, pero también en nuestra realidad y así nos llama a ser buen suelo para su palabra. La pregunta que Fuchs trató de responder sigue abierta: ¿Cómo puede la palabra hablada hace más de 2000 años seguir cavando tan hondo en los corazones del presente? [2]
[1] Biblia de estudio NVI. Miami, FL, EE.UU: Vida, 2002, pág. 1646.
[2] Citado en Thiselton, Anthony C. “The New Hermeneutic.” Págs. 308–33 en New Testament Interpretation: Essays on Principles and Methods. Editado por I. Howard Marshall. Exeter, Inglaterra: Paternoster, 1977, pág. 321-322, 329.
*Créditos de la imagen superior: Van Gogh Museum, Amsterdam (Vincent van Gogh Foundation)