Parábolas de Jesús: ¿Enseñanza o secretos?

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Las parábolas de Jesús son algo fascinante. Muchos de los mensajes que este judío impartía a las diferentes clases de personas, los impartía por medio de este estilo de hablar. ¿Cuántas parábolas encontramos en los cuatro evangelios? Responder a esta pregunta se vuelve algo complicado, que primero se debe definir qué es una parábola.

Al definir a la parábola, se puede analizar varias aristas de la problemática. Una cuestión es que tenemos acceso a las parábolas de Jesús solo mediante escritos (los cuatro evangelios). Lastimosamente no tenemos unas grabaciones de Jesús mismo, sino lo que nos quedan son cuatro escritos diferentes redactados por lo menos unos 30 años después de la muerte de Jesús. Por lo tanto debemos respetar las dos siguientes:

1) Si queremos decir que la parábola que Jesús predicó significa esto o aquello, podemos mezclar o evaluar un evangelio con el otro, para determinar cuál es el más cercano a la persona histórica de Jesús.

2) También podemos mantenernos con lo que los evangelios nos predican, y contentarnos con decir que Jesús. Marcos lo pinta a Jesús predicando parábolas en un sentido, mientras que Mateo lo pinta predicándolas en otro sentido. Esta última vía es más útil normalmente, ya que es un estudio textual y no tenemos que reconstruir al Jesús histórico de las diferentes fuentes.

Come Unto Me, por Wayne Pascall

Género de parábola o ¿qué es una parábola?

La segunda pregunta sobre las parábolas es la pregunta del género. Es decir, si es una comparación, un misterio, una metáfora, o un acertijo. Aquí las opiniones son diversas y mayormente se conocen las parábolas como comparaciones del reino de los cielos, como una metodología didáctica utilizada por Jesús. Al parecer de qué evangelio se inicia la investigación, será una respuesta diferente.

1. Analaogías

Muy temprano en la historia de la interpretación de las parábolas, la iglesia primitiva las había entendido como analogías. Es decir que se puede ser bien creativo en la cuestión del significado que cada elemento de una parábola significa. De esta manera, Orígenes (184-253 d.C.) había explicado los elementos de la parábola del buen samaritano de la siguiente manera: «El hombre quien estaba bajando es Adán. Jerusalén es el paraíso y Jericó es el mundo. Los ladrones son los poderes malignos. El sacerdote es la ley, el levita los profetas y el samaritano es Cristo.»[1]

2. Comparaciones

Ya en 1888 Adolf Jülicher, que era predicador en Rummelsburg (Berlín), escribió el muy conocido Die Gleichnisreden Jesu.[2] Aquí Jülicher había explicado que mantienen algo escondido y no podría ser entendido por cualquier. La evidencia encuentra en las palabras de Jesús: «A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas; para que viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados» (Mar 4:11-12, comparar Juan 16:12). Aunque principalmente los identificó como comparaciones, de donde viene el término alemán Gleichnisse (comparaciones), y que querían compara un solo punto, no como las analogías: toda una serie de elementos.

Para biblistas que se enfocan en Mateo, las parábolas suelen ser comparaciones.[3] Algunos ejemplos son como suenan las siguientes palabras de Jesús: «El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo» (Mat 13:24); o «el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos» (Mat 18:23).

C.H. Dodd (en 1935) consideró fuertemente el contexto histórico de cada parábola para poder entender el significado. Él sugirió que se tenga más en cuenta lo cronológico de la vida de Jesús (Sitz im Leben) que el contexto literario (Sitz im Buch), es decir, el momento de cada evangelio donde aparece una parábola.[3]

3. Metáforas

Para Eduard Schweizer (en 1994), que se basa principalmente en la vida histórica de Jesús, no cree que son simples comparaciones. Para él son más bien metáforas. La diferencia es que no se comparan en solamente un punto, ni una sola cualidad, sino todo un contexto, una actitud y una conducta. Un ejemplo lo da desde el evangelio de Juan, donde Jesús dice «Yo soy el pan de vida» (Juan 6:48). De la misma manera Schweizer ve funcionar las otras supuestas comparaciones. En este sentido entiende que la vida de Jesús mismo es una parábola. «Las parábolas se cumplen en la conducta de Jesús… En él, Dios vive entre nosotros.«[4]

En contra de estas interpretaciones más sueltas de las parábolas de Jesús, Robert Stein demuestra un miedo de una liberación del significado original a un significado que cada lector defina para sí mismo.[5]

4. Son enigmas o mensajes secretos

Joachim Jeremías (en 1947) siguió la idea de Dodd, al concentrarse centralmente en la situación histórica en la que cada parábola fue relata originalmente (Sitz im Leben). Sin embargo, también enfatizó lo enigmático de las parábolas que Jülicher ya había notado. En vez de ser simples comparaciones se deberían definir más como codificaciones de unas enseñanzas que eran descifradas para los discípulos de Jesús (Mar 4:11-12).[6]

Lesley Baynes ha publicado recientemente (2017) un estudio que propone ver a Jesús desde las escrituras judías contemporáneas a él.[7] En este sentido Jesús queda como un predicador apocalíptico, no solo en el sentido de hablar del fin del mundo, sino que demuestra características a otros personajes en estos escritos. Una de las características más importantes para reconocer un texto apocalíptico es un personaje central, retratado como un sabio que revela una sabiduría cosmológica acerca del tiempo.

En este sentido, Jesús es muy bien reconocido como un sabio que habla en un idioma que no todo el mundo comprende, llamado PARABOLAS. Como el pasaje en Marcos 4:11-12 explica que a los discípulos los misterios son dados, pero a los demás todo llega en parábolas. Para asegurar que estos mensajes que contenían los misterios a revelarse eran codificados, Marcos añade: «sin parábolas no les hablaba, sino que lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos.» También lo hace Mateo cuando dice: «Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola» (Mat 13:34) para después tener que explicar la parábola del sembrador solo a los discípulos (Mat 13:36).

Conclusión

¿Qué podemos concluir de todo esto? En primer lugar que las parábolas sí son el método de enseñanza favorito de Jesús. En su tiempo un sabio sabía codificar sus mensajes para que los necios no lleguen a la sabiduría; era parte de ser un «buen profesor» en su tiempo. La forma codificada que parece una comparación, una metáfora o un enigma ocurren en los cuatro Evangelios. En cada uno de estos evangelios, la historia es narrada que Jesús públicamente señala a quién es, pero al no ser aceptado, comienza a enseñar en parábolas. Por lo tanto, quisiera sugerir que las parábolas de Jesús no son algo súper pedagógico, sino son más bien un juicio al rechazo: una codificación de su mensaje, para que se cumpla lo que el profeta Isaías había proclamado de parte de Dios:


Ve, y di a este pueblo:
«Escuchad bien, pero no entendáis;
mirad bien, pero no comprendáis».
Haz insensible el corazón de este pueblo,
endurece sus oídos,
y nubla sus ojos,
no sea que vea con sus ojos,
y oiga con sus oídos,
y entienda con su corazón,
y se arrepienta y sea curado.

Isaías 6:9-10; Mar 4:12; Mat 13:14-15; Luc 8:10; Juan 12:39–40



Bibliografía:

[1] Orígenes, Homilía sobre Lucas 34.3

[2] Jülicher, Adolf. Die gleichnisreden Jesu. Freiburg, Alemania: Mohr Siebeck, 1888, págs. 122-125.

[3] Dodd, C. H. Las parábolas del reino. Translated by Alfonso de la Fuente. 2nd ed. Ediciones Cristiandad, 2001.

[4] Schweizer, Eduard. Jesús, Parábola de Dios. Salamanaca, España: Sígueme, 2001, págs. 48-50.

[5] Stein, Robert H. An Introduction to the Parables of Jesus. Philadelphia, PA, EE.UU.: Westminster John Knox, 1981, págs. 69-70.

[6] Jeremias, Joachim. Die Gleichnisse Jesu. Zürich, Suiza: Zwingli Verlag, 1947.

[7] Baynes, Leslie. “Jesus the Revealer and the Revealed.” Págs. 15–30 en The Jewish Apocalyptic Tradition and the Shaping of New Testament Thought. Editado por Benjamin E. Reynolds y Loren T. Stuckenbruck. Minneapolis, MN, EE.UU.: Fortress Press, 2017.

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