¿Por qué le gusta tanto el comer a Jesús?

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Entre los fariseos y los expertos de la ley, Jesús tenía la fama de ser «un hombre glotón y bebedor de vino» (Lc. 7:34). Esta fama se vuelo viral en los tiempos de Jesús, a quien le gustaba asistir a banquetes de diferentes personas. El evangelio de Lucas pinta un Jesús comilón y en esta entrada se tratará de dar una respuesta a la pregunta ¿Por qué le gustaba comer tanto a Jesús?

«Jesús» de Fernando Botero (Colombia). El Cristo con la volumetría exaltada.

A lo largo del Evangelio según Lucas, Jesús obtuvo problemas interpersonales por sus hábitos de comer. No, no eran las hamburguesas ni los chocolates su problema. Lo que le molestaba a los fariseos eran las siguientes cosas:

Jesús no parece tener problema con esta fama. No se defiende diciendo que no se haya ido a comer con esta gente ni se defiende de haber tomado vino. No defiende a los discípulos diciendo que no hayan arrancado las espigas, que hayan lavado sus manos antes de comer, y ni defiende que sí ayunan como los discípulos de Juan el bautista. Jesús responde con todo lo contrario. Para él parece que el problema son las reglas y no su manera de vivir. Si es que Jesús vino a cumplir la ley y los profetas ¿por qué parece no seguir la ley en estos casos? Por lo menos parece que no sigue la interpretación tradicional de la ley. Es más, en las bienaventuranzas Jesús simplemente dice: «Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados« (Lc. 6:21). Y no incluye el «hambre y sed de justicia» como lo tiene Mateo (Mt. 5:6).

En su defensa Jesús decía lo siguiente:

Cuatro pasajes en Lucas, tratándose de banquetes, ayudan a dar una respuesta a la pregunta inicial ¿Por qué le gustaba comer tanto a Jesús?

En lo que sigue es fundamental el estudio hecho por Phillip J. Long, en su disertación publicada «Jesus the Bridegroom: The Origin of the Eschatological Feast as a Wedding Banquet in the Synoptic Gospels».

1. Jesús y Juan el bautista (Lc. 7:29-35)

En este pasaje, Jesús contrasta el ascetismo de arrepentimiento de Juan el bautista con su propio comer y compartir de manera mucho más relajada. Jesús llama a Juan un profeta en (v.26). Pero a sí mismo, Jesús se define como Hijo del Hombre (v. 34). He explicado las acciones proféticas en un blog anterior, pero viene al caso que Juan como Jesús actuaban y predicaban sus mensajes. Joel Green explica en su comentario The Gospel of Luke, que en el versículo 32 se lee el contraste entre Jesús y Juan y la reacción de los que no los aceptaron ni a uno ni al otro.


Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:
»“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron;
entonamos un canto fúnebre, y ustedes no lloraron”.

Lucas 7:32 (NVI)


El canto fúnebre y el lloro se refieren al juicio proclamado de los profetas. Los profetas mismos habían cantado y predicado directamente lamentos fúnebres por lo perdido que estaba la situación del pueblo. Algunos ejemplos se encuentran en Is. 14:3-21; Ez. 19:1-14; 26:17-18; Je. 9:10, 19. Un ejemplo en el NT se encuentra en Ap. 18:9-20.

La flauta y el baile se refieren a lo que Jesús vino a hacer. El exilio como castigo había terminado, pero la vuelta de los israelitas a Palestina no fue tan gloriosa como los profetas lo describieron (Is. 34-35 es un poema hermoso de ejemplo). Jesús vino a traer de vuelta el gozo al nuevo pueblo de Dios, a todos los que de los judíos querían arrepentirse con Juan el bautista y los gentiles que querían hacer unirse a seguirle a Jesús. El libro de los Hechos de los Apóstoles muestra como gente de los dos grupos son invitados y los que le siguen a Cristo son hechos el nuevo pueblo de Dios.

2. Los 3 banquetes que se refieren a un solo banquete (Lc. 14:1-24)

1QSa – Normas de la asamblea. El documento de dos columnas de los rollos del Mar Muerto. Este documento suele datarse 50 a.C.

Jesús se fue a comer un sábado con uno de los principales de los fariseos. Durante el banquete Jesús sana a un hombre y les tapa la boca antes de hablar con preguntar ¿quién no ayuda a su hijo al caerse en un sábado? (vs. 5-6) Durante este banquete Jesús cuenta 3 historias sobre banquetes. La primera es acerca del orden de sentarse. Es interesante que en los documentos de Qumrán (1QSa 2:11-16) aparece la misma idea de un cierto orden para el banquete de la sociedad de Yahad, cuando venga el Mesías.


11 Estas son las reglas para la reunión del Consejo de los hombres de YAHAD. 12 Si acaso el Mesías se llega a hacer presente en medio de ellos, entonces se levantará primeramente el jefe de la asamblea 13 y después todos los hijos de Aarón, los sacerdotes [levitas] que tienen en ese momento derecho de entrar en la asamblea de los hombres de YAHAD. Todos ellos se reunirán en la presencia de él (el Mesías) ciguiendo el orden estricto de precedencia, conforme a la dignidad de cada uno. Así que el Mesías de Israel tome asiento, se sentarán todos los demás, los jefes, en su presencia. 15 Siguiendo el orden del escalafón, hablará cada uno como se hace en los campos y observando lo que está prescrito para las reuniones. 16 Todos los jefes de la asamblea y todos los letrados (¿maestros de la ley?) expresarán su parecer en su presencia, conforme al escalafón.

Documento de las dos columnas 2:11-16; traducción de M. Jimenez y F. Bonhomme en «Los documentos de Qumrán», 1976, Cristiandad, Madrid.


Una representación del banquete mesiánico. Curiosamente, en esta imagen solo hay frutas.

Lo más impresionante es que este documento de Qumrán sigue con el banquete de pan y vino que el Mesías impartirá. Sería mucha coincidencia pensar que esto no tenga nada que ver con el orden en que Jesús los ordena sentarse. Lo mismo que sus discípulos, estos «jefes de la asamblea» se peleaban por los mejores asientos de honor. Pero Jesús cuenta la primera parábola del banquete (vs. 7-14). Cabe notar que Jesús se refiere a un banquete de bodas y el documento de Qumrán a un banquete de alianza. Aunque parezca muy similar, pueda que haya alguna diferencia. El punto de la historia que Jesús cuenta es que que el novio decidirá los lugares. El novio, Lucas ya había aclarado, es Jesús mismo (5:34). Y la manera de decidir del novio no es por sacerdotes o jefes de asambleas, sino por la humildad que se tenga y que no se exalte a sí mismo (14:11).

La respuesta de uno de los que estaban comiendo con Jesús quizá ayuda a corroborar que se trata del banquete mesiánico, cuando dice en Lc. 14:15: «Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: —¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!«

La segunda parábola es acerca de los invitados. Cierto hombre invita para un banquete pero los invitados tienen, según ellos, mejores cosas que hacer. Esto lo enoja al organizador del banquete y empieza a invitar a otros. Aquí nuevamente Jesús invierte los invitados al banquete mesiánico del documento de Qumrán, que parece mostrar una idea bastante aceptada en aquel entonces. El documento cita:


3 Aquel que esté manchado con alguna de las impurezas 4 del hombre no entrará en la reunión. Tampoco los que estén manchados con alguna impureza de las que se prohíben en 5 la entrada a la asamblea, como sería toda persona con algún defecto corporal: los cojos, los mancos, 6 los tuertos, los ciegos, los sordos, los mudos, los que tengan algún defecto que les deforme la figura, o simplemente los demasiado viejos. 7 Ninguno de todos éstos debe tomar asiento en el Consejo de la comunidad.

1QSa 2:3-7


Justamente los que están privados del banquete mesiánico en Qumrán son los que el dueño de la casa invita porque los invitados no querían venir:


“Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos.”

Lucas 14:21


En síntesis, Jesús está dejando afuera a los que no lo siguen, queriendo aferrarse por su gloria terrenal. Jesús no se comporta como un buen invitado. Habla directamente del verdadero banquete, el que debería importarle en especial a los jefes de la asamblea (fariseos) y los letrados (expertos de la ley).

3. La santa cena (Lc. 22:14-30)

El tercer pasaje que responde la pregunta del por qué Jesús quería tanto comer, es el de la Santa Cena. Es un pasaje muy interesante y Lucas presenta un enfoque bastante diferente. No se menciona en ninguna parte de la cena el perdón de los pecados. Pero sí se menciona «la sangre del nuevo pacto». La idea del nuevo pacto se puede identificar claramente en el libro de Jeremías:


He aquí, vienen días —declara el Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el Señor; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Jeremías 31:31-33


Es justamente lo que Jesús también trata de enfatizar contrastando con Juan el bautista. El final de los profetas justicieros fue Juan, siguiendo el llamado de Jeremías:


Porque así dice el Señor: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo —declara el Señor—, la misericordia y la compasión. Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni llorados, y nadie se sajará ni se rapará por ellos; no partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre. Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber. Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.

Jeremías 16:5-9


Juan el bautista que había preparado el camino en el desierto, no había festejado, no había partido el pan ni tomado la copa de consolación, ni participado de banquetes. De esta manera él como el mejor amigo del novio, no había dado voz de alegría ni del novio. Pero cuando viene Jesús esto cambió. Y siguió la promesa de Dios a un pueblo arrepentido:


Entonces las jóvenes danzarán con alegría,
    y los jóvenes junto con los ancianos.
Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré;
   transformaré su dolor en alegría.

Jeremías 31:13 (NVI)


You Have Turned My Mourning Into Dancing, por Veronika Dimac

Esto es lo que Jesús ha venido a inaugurar cuando dice: «Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios.» (Lc. 22:15-16) La siguiente Pascua será el banquete esperado por todos: el banquete mesiánico. Pero la Santa Cena había inaugurado el nuevo pacto, el borrón y cuenta nueva, el Nuevo Éxodo del duelo a la nueva vida en gozo y alegría.

En el documento de Qumrán analizado anteriormente, también se encuentran indicaciones del partición del pan:


17 Y cuando llegue la hora de tomar el alimento y beber el mosto que se debe haber preparado para el banquete de la Alianza, 18que nadie tienda entonces la mano para partir el pan antes que el sacerdote, porque es él quien debe 19partir el pan y distribuir el mosto y tender la mano él primero. 20Inmediatamente el Mesías de Israel tenderá la mano para tomar el pan y después de él toda la asamblea hará lo mismo, 21siguiendo el orden de sus respectivos puestos. Del mismo modo se debe proceder también en otras ocasiones en las comidas, cuando haya por lo menos diez 22 personas.

1QSa 2:17-22


Es sumamente acertado este texto como ventana hacia el entendimiento de lo que significaba la Santa Cena. En el Qumrán había un orden para celebrar el banquete. Primero era el sacerdote y luego el Mesías el que tomara el pan y lo partiera. Aunque las diferencias clarifican que Jesús no era para nada del grupo de Qumrán, las similitudes son asombrosas:

4. El partir del pan en Emaús (Lc. 24:28-35)

La historia del camino a Emaús sigue el mismo patrón que la Santa Cena. Las diferencias son: no hay vino, no es la Pascua, y sólo comen dos discípulos con él. El resto sigue muy similar:


Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 

Lucas 24:30


Estos pasos son los que le abrieron los ojos a los dos discípulos para que reconocieran que se trata de Jesús (v. 31). Así se lo relatan estos dos a los otros once discípulos al llegar a Jerusalén, explicando «cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.» (v.35) ¿Cómo lo habían reconocido? Según mi opinión, no es que la técnica del partir el pan, sea de arriba hacia abajo o de un costado al otro del pan, la que delató a Jesús. Sino que fue él quien había tomado nuevamente el lugar como siempre de liderar la cena en estos movimientos escatológicos, que se pueden observar en el documento de Qumrán.

¿Por qué le gusta tanto el comer a Jesús? Porque era el inicio de la nueva era escatológica. Estos son los últimos días como lo explica Pedro (Hch. 2:17). Jesús con sus acciones proféticas había predicado y actuado el mensaje de esperanza para el pueblo de Dios: había llegado el Mesías, el novio, el banquete se había preparado e iniciado. ¿Quiénes estuvieron en la mesa? En contra del documento de Qumrán ahora no estuvieron los jefes de las sinagogas ni los letrados, sino los discípulos, y toda clase de excluidos anteriormente. El novio que vino festejando sigue celebrando hasta que venga su reino y comerá de nuevo en el reino con todos los suyos el banquete mesiánico.


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